Mediación y diálogo de saberes

by | Feb 19, 2017 | Artículos

Por. José Guadalupe Bermúdez Olivares

En días recientes he experimentado el sabor amargo al enterarme que en mi universidad se ha echado a un estudiante de la carrera donde llevaba un recorrido académico del 70% con el argumento de que es deficiente intelectualmente y no sería un egresado exitoso, se le dio la opción de cambio de línea formativa y de modalidad. Ante ello surgen diversas interrogantes ¿Los formadores del campo de la psicología y de la pedagogía, entre otros profesionistas de la institución, fueron convocados y coordinados para atender a este joven? ¿Y la bioética e interdisciplinariedad donde se quedaron?

Como en la mayoría de las instituciones los profesionistas actuamos separados, especializados en nuestras parcela de conocimiento. El caso sucede en una institución donde se forman interventores educativos, justo para atender a personas con dificultades diversas como las que se argumentan; en este lugar existe una planta docente con distinción por su impulso del aula integrada y de la atención profesional poniendo en el centro al estudiante, para ello se forman a los profesores.

Las instituciones dedicadas a la educación, tienen un compromiso pedagógico con sus estudiantes y con la sociedad en general y por ende una tarea muy seria, que es la de acompañar a sus estudiantes en un verdadero proceso de formación integral, que incluye el desarrollo de las capacidades de pensamiento, de comunicación, de toma de decisiones, para que el estudiante pueda pensar, hablar, escribir y actuar con soltura y seguridad. Tiene también el compromiso de desarrollar competencias como observar, proponer, crear, experimentar, buscar y seleccionar la información.

Es necesario entonces, entender que los docentes somos esencialmente comunicadores y problematizadores, y no informadores o transmisores de un saber científico y socialmente establecido, y que, con base en la apropiación conceptual que el docente tenga de ese saber, es posible la forma de presentación del mismo en el aula de clase. ¿Por qué entonces dejamos de lado la comunicación para atender los problemas desde el momento mismo de reconocerlo en lo individual y dejamos avance para tomar, al final, decisiones extremas?

Si el centro de la función de las instituciones formadoras es preparar para que su práctica profesional sea exitosa, como en nuestro caso en la que lo fundamental es la intervención educativa, nos implica mucho más, porque si hablamos de formar para que los egresados vayan a campo a resolver dificultades ¿Por qué en este joven no nos disponemos mostrar de lo que somos capaces hacer? si la actuación como docentes nos remite a una mediación formativa esencial, es decir pedagógica, con metodología apropiadas para apoyar al sujeto que aprende en la construcción de conocimientos, entonces necesitamos reconocer que tenemos serias fallas que debemos de atender.

Cuando hablamos de mediación, el proceso va desde el acercamiento y clasificación de las fuentes de información hasta la reflexión de la misma y consolidación de estructuras cognitivas superiores y complejas, para determinar cuáles son las estrategias de aprendizaje del mismo, su nivel de información, el contexto del aprendizaje, etc., y así diseñar la metodología más adecuada.

Con el planteamiento anterior se puede deducir que el docente tiene dos objetos de estudio: el contenido temático a enseñar y responsabilizarse del sujeto que aprende; es decir, tendría que entender cómo se construye el conocimiento que enseña (nivel epistemológico) y cómo construye el conocimiento el sujeto que aprende (nivel gnoseológico) (Sierra, 2010); entendiendo que informar no es enseñar, y que es factible diseñar metodologías más adecuadas para la enseñanza de las diferentes ciencias, planteando estrategias y herramientas didácticas insertas en una estructura y acotadas a su vez en una mediación pedagógica que le da sentido al uso de las mismas .

Así entonces, la mediación pedagógica considerada como elemento fundamental en la generación y construcción de conocimientos, permite entender el proceso de aprendizaje en sus dimensiones gnoseológica y epistemológica realizado básicamente por alumnos y docentes en el aula escolar así como en los diversos y variados espacios educativos para comprender su dimensión pedagógica al contextualizar dicho proceso en una sociedad determinada y determinante, construyendo una estructura epistemológica que permita un mejor entendimiento y comprensión de su mundo.

Por ello, se necesita que el docente se comprometa a cambiar la manera de mediar el conocimiento y, por supuesto, cambie el modo de entregarlo a los estudiantes, lo cual conduce a la reelaboración de los fines de la educación y a multiplicar los destinatarios de la misma (Fainholc, 2004). En este sentido es importante reflexionar sobre la función social del saber que se obtiene y se desarrolla a través de la mediación pedagógica, en donde necesariamente entran en escena el docente, el estudiante y la cultura en un entorno específico.

Ningún ámbito en la educación puede prescindir de un esfuerzo de mediación pedagógica. Todas las ideas pueden coincidir en destacar la importancia de lo comunicacional en lo pedagógico, afirmar que: si todo lo que el hombre hace está mediado, si no hay ser humano posible sin mediaciones, reconocemos entonces un espacio amplio de reflexión y de trabajo. Se tiene el reto de recuperar para la práctica educativa al interlocutor, a los seres que participan en ella.

Según los investigadores (Freire, 2006; Skliar, 2005) , lo pedagógico en la educación nace en el sentido de la preocupación por el otro, por el aprendiz a lo largo de la historia, pero en especial en nuestro tiempo y para ello recobra sentido la mediación pedagógica como toda intervención capaz de promover y acompañar el aprendizaje de nuestros interlocutores, es decir, de promover en los educandos la tarea de construirse y de apropiarse del mundo y de sí mismos. (Fainholc, 2004).

Así toda práctica educativa, incluida la universitaria, puede ser llevada al terreno de la mediación pedagógica. Por lo tanto, es preciso revisar y analizar desde la perspectiva de la mediación pedagógica cada uno de los medios y materiales que utilizan para la educación, desde su voz y gestos, para que verdaderamente puedan acompañar y promover el aprendizaje de sus estudiantes y contribuir a su formación integral mediando una educación de calidad. Es también muy importante considerar las características de su discurso y la relación entre estas y su percepción de la realidad.

La complejidad de las relaciones en la educación es tal que ignorarla tiene consecuencias evidentes. En un aula de clases se instauran múltiples mediaciones; son relaciones simbólicas que suceden necesariamente entre maestro-estudiante, entre estudiante-estudiante, entre maestro-estudiante y el saber que constituye el objeto de estudio (Franco, 1999). En el aula ocurren diversas interacciones mediatizadas por el profesor, los alumnos, los contenidos, los medios. Así por ejemplo la relación entre el profesor y el alumnado está mediatizada por la asignatura, por los medios y por la afectividad, entre otras variables.

Todos los medios que se utilizan en la educación, desde el pizarrón hasta los más sofisticados, deben ser cuidadosamente analizados por los docentes desde la óptica de la mediación pedagógica. Las nuevas tecnologías han impactado de tal manera la sociedad que es imposible prescindir de ellas, lo mismo si la escuela, el aula o espacio didáctico las tiene que si no las tiene. Su función es mediar las relaciones entre el docente, el saber (objeto de estudio) y el estudiante. Cada recurso tiene su propio lenguaje y su propio canal de transmisión y de cada una de ellas, podemos los educadores, aprovechar sus posibilidades para promover y acompañar los procesos de aprendizaje.

Franco (1999) sostiene que cuando se estudia para ser docente o interventor educativo, se presentan algunas formas de llegar a los estudiantes, más allá de la voz y de los gestos, pero nos perdemos en la individualidad de la cátedra,  se descuida el papel del educador como mediador y el papel de los procesos de enseñanza y de aprendizaje en el nivel institucional.

La mediación es tan importante que expulsar un estudiante evidencia el fracaso de la escuela, Illich (2013) afirma que esto es parte del fracaso de la escuela, que en cualquier etapa educativa, el fracaso está determinado por una compleja red de interacciones entre factores relacionados con el individuo, su familia, la escuela y el entorno social. En la práctica cotidiana se considera incompetente quien expulsa a un estudiante, sea de su aula o de su escuela. Los dilemas éticos se vivencian, no se enseñan desde las cuatro paredes del aula, en la literatura existe consenso que avala el hecho de que la ética debe ser una práctica multidisciplinaria e interprofesional que debe de arribar a la formación universitaria. No puede faltar en la mediación docente.

Motta (2002) constata que persisten visiones, esquemas perceptivos y organizacionales obsoletos en la formación docente y en la gestión institucional. Se observa un bajo nivel de formación epistemológica y metodológica. Asimismo, hay una creciente descontextualización global/local en los docentes y en el personal jerárquico, directamente proporcional a la complejidad de los cambios socioeconómicos y culturales.

Desde la transdisciplinariedad un caso de un estudiante “problema” o cualquier situación debería de llamarse a las distintas profesiones a un diálogo de saberes, como lo explica Sotolongo (2005) y es la oportunidad de mostrarse a sí mismo de la efectividad del saber y del manejo disciplinar al actuar en conjunto, de lo ético podremos hablar después, para permitirnos profundizar.

Referencias:

Fainholc, B. (2004). El concepto de mediación en la tecnología educativa apropiada y crítica. Educar. Educación y TICs., en http://weblog. educ. ar/educacion-tics/archives/002461. php.

Illich, I. (2013). La sociedad desescolarizada. Ediciones Godot.

Motta, R. (2002). Complejidad, educación y transdisciplinariedad. Polis. Revista Latinoamericana.

Sierra, P. A. (2010). Estrategias de mediación metacognitiva en ambientes convencionales y virtuales: influencia en los procesos de autorregulación y aprendizaje autónomo en estudiantes universitarios. Universidad de Granada, España., Facultad de Ciencias de la Educación. Departamento de psicología evolutiva.

Sotolongo, P. L. (2005). ¿ Es la bioética separada de la política menos ideologizada que una bioética politizada. Revista Brasileira de Bioética1(2), 133.

Ferreiro, E. (1999). La formación docente en tiempos de incertidumbre. Formación de docentes. Memorias del 4° Congreso colombiano y 5° latinoamericano de lectura y escritura. Bogotá: Fundacultura, pp. 11-21.

Ferry, G. (1997). Pedagogía de la formación: Novedades Educativas.

Franco, D. F. (1999). La comunicación en el salón de clases. Revista Razón y Palabra

Freire, P. (2006). Pedagogía de la autonomía: saberes necesarios para la práctica educativa. Siglo XXI.

Skliar, C. (2005). Juzgar la normalidad, no la anormalidad.: Políticas y falta de políticas en relación a las diferencias en educación. Localizado en http://bibliotecadigital.academia.cl/bitstream/handle/123456789/1638/021-032.pdf?sequence=1&isAllowed=y

Cómo citar este artículo.

Bermúdez, J. (2017) Mediación y diálogo de saberes, publicado en Formación de profesores, el día 17 de febrero de 2017. Localizado en https://formando1.wordpress.com/2017/02/17/mediacion-y-dialogo-de-saberes/

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2 Comments

  1. alberto

    Mediación y diálogo de saberes: un cordiaL SALUDO PARA SABER CUANDO FUE PUBLICADO Y PODERLO TOMAR COMO FUENTE BIBLIOGRÁFICA. gracias por la colaboración prestada

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      Gracias Alberto. Hemos colocado al final del artículo, el cómo citarlo de acuerdo al APA.

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