Por: José Guadalupe Bermúdez Olivares
Justo cuando acrecientan los problemas de muerte causados por ingerir o por convivir con tóxicos y otras substancias que habitan en el ambiente, vale la pena explicarnos ¿Por qué hemos perdido el equilibrio y qué es éste para el hombre y para la naturaleza?, pero antes, si la voz popular habla de salud antes que cualquier cosa y los problemas de enfermedad los vincula a una pérdida de salud…¿qué es salud si la buscamos afanosamente para estar bien? Guerrero and León (2008) afirma que “a lo largo de la historia, este concepto ha estado teñido por la cosmovisión de cada cultura. El concepto de salud tiene su génesis en la visión ayurvédica. Fue visto en forma filosófica en la cultura china donde se considera que la salud, como todo lo que existe en el universo, está vinculada a un ente inmutable y eterno”, pero sin atender las creencias orientadas más a lo religioso, sino a la ciencia, vale la pena seguirnos preguntarnos.
En días recientes, en el sobremesa después del alimento, costumbre de las familias mexicanas, nos preguntamos sobre ello y ajustamos una explicación con el aporte de Sahid, mi hijo mayor, referida a que la salud es bienestar, por lo tanto es equilibrio y es armonía. Explicaré de ello:
Partamos de la concepción de Kant, citada por Canguilhem (1997) “Podemos sentirnos bien, esto quiere decir, juzgar según nuestra impresión de bienestar vital, pero nunca podemos saber si estamos bien. La ausencia de la impresión (de estar enfermo) no le permite al hombre expresar que él está bien, sino aparentemente decir que él aparentemente está bien.” Y ello porque precisamente nuestro cuerpo se encuentra lleno de bacterias, gérmenes y más dañinos, pero otras muchas partes de nuestro están sanas, lo que hace pensar que es imposible eliminar todo lo mal que tenemos, en cualquier parte de nuestro cuerpo, por ejemplo si vemos el cabello, a simple vista veremos gérmenes y rastros de mortandad, que conviven en equilibrio, pero si es enorme la aparición de caspa o suporizaciones en nuestra piel del cuero cabelludo, diremos que la salud en esa parte se pierde y tenemos enfermedad que debemos atender.
Comúnmente como parte de la ausencia de explicaciones, nos da por satanizar el dolor –dolor al caminar, dolor de estómago, dolor de cabeza, etc.- y expresar negativas contra ese dolor sin saber que es una expresión del cuerpo para avisarnos que algo no está bien y debe de atenderse, es como el foco rojo que a un auto se le enciende luego que el sensor del proceso de combustión reporta fallas por alguna fuga o mal funcionamiento.
El carácter particular de concebir la salud y la enfermedad, el trayecto que hay entre ellas y el desarrollo de la medicina se han implicado recíprocamente a lo largo de la historia (Moreno-Altamirano 2007), pero en muchos casos la vertiginosidad con la que vivimos nos hace olvidar esta relación que cada día se vuelve un conocimiento exclusivo de los letrados; sin embargo, en contraste, en comunidades indígenas al conservar los preceptos históricos y el conocimiento milenario, si no se abandona, ayuda a entender no solamente el equilibrio del cuerpo, entre lo malo y lo bueno, sino de ese ente con la naturaleza, explicando de paso la necesidad de vivir en armonía y recomendando no utilizar fertilizantes químicos, herbicidas y tantas cosas que han venido a inundar el lugar donde habitamos.
Referencias
Canguilhem, G. (1997). “Canguilhem y el estatuto epistemológico del concepto de salud.” História, Ciências, Saúde-Manguinhos 4(2): 287-307.
Guerrero, L. and A. León (2008). “Aproximación al concepto de salud. Revisión histórica.” Fermentum 18(53): 610-633.
Moreno-Altamirano, L. (2007). “Reflexiones sobre el trayecto salud-padecimiento-enfermedad-atención: una mirada socioantropológica.” Salud pública de México 49(1): 63-70.
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